Der Kastanienbaum: VII

Das Befremden


Era ya jueves, el día en que nadie quiere hacer nada, razón por la cual quise faltar a las primeras dos horas de clase, las cuales correspondían a la clase de informática, pero no lo hice y me fui sin desayunar.

En la escuela, de todas las clases, esa fue la mejor.

Un compañero, Odín (que nombre más raro para un mortal), me pasó el archivo de un juego que jugaba yo en mi infancia: Yu-Gi-Oh! Forbidden Memories.

Estaba tan emocionado que bajé el volumen total de la computadora y me puse a jugar en ese preciso momento, claro, después de analizar la carpeta entera contra virus.

Era tal y como lo recordaba en mi infancia, solo que no tenía un control de PSOne, sino un teclado negro.

Todo iba bien, hasta que llegó la maestra y tuve que cerrar el juego y dar una explicación sobre que era eso y como funcionaba; algo que no me incomodó ya que me gusta hablar en público, sin contar de que me gusta el tema y lo domino bien.

Por mi exposición tan explícita, donde gané varios duelos de cartas, la maestra me perdonó tener el juego. 

Salí de la clase y sentí un tremendo vuelvo en el estómago, eran los nervios de ver a Jazz después de lo de ayer, sin contar que "conocí" a Ginebra y que mi mejor amigo me había hecho cosas raras de noche.

Fui a la cafetería y pedí algo rápido de comer para antes de la siguiente clase, me sorprendió ver a Helena que se sentaba a mi lado y decía "Aquí estás cabrón, ¿Dónde mierdas estabas?", a lo que yo respondí "¡¿Pero de que me hablas?!", y ella me explicó que me había estado buscando el día anterior y no me encontró, así que siguió su búsqueda hoy.

También me dijo que había visto a Jazz un poco distraída en clase, y me preguntó si no sabía... le dije que no sabía; no quería pensar que yo era mucho para ella, porque sabía que si no lo era me dolería.

Helena se fue un poco decepcionada, parecía que buscaba que yo le dijera algo.

Le tomé poca importancia y comí mi almuerzo: Pasta y jugo de naranja.

No es mi favorito, ni lo mejor de ahí, pero es para lo que me alcanzó el dinero.

Terminé de comer y fui al salón para la próxima clase; iba lento porque tenía miedo de llegar, sentarme y tener la presión de ver a Jazz cada vez que mirara hacía atrás.

Pero las cosas fueron bien, la maestra de historia nos cambió de lugar a José y a mi por platicar mucho, pero empeoraron cuando me dijeron que me tocaba sentarme con Jazz, a la cual habían cambiado por platicar con Nadya.

Terminé sentándome casi a la fuerza, y justo acabándome de sentar aparece Jazz en la puerta del salón con aires de hada que ha llegado tarde a una ronda... realmente hermosa.

Le dijeron su nuevo lugar, y cuando vio que era conmigo noté cierto sonrojo en sus mejillas.

Me hubiera gustado pensar que era por mi... pero no debo pensar con el ego.

No platicamos mucho, de hecho ni siquiera cruzamos palabra, no me deleité con su voz, y no me dejó siquiera ver el bello resplandor de sus ojos... fue como no verla.

En fin, terminó la clase, la más larga que nunca había tenido.

Esperé a José para platicar un rato (ahora veo por qué la maestra nos cambió) y después irnos a nuestras respectivas casas, pero lo único que vi fue la mano de Jazz tomando mi mano y llevándome a no sé dónde.

Por un momento me sentí especial, pero cuando reaccioné tuve miedo, podrían pasar tantas cosas... vi en un instante como rompía mi corazón de 17 formas distintas.

La detuve y le pregunté que estaba pasando, ella me vio, acercó sus labios a los míos y me dijo "aún no te puedo decir", los alejó y me siguió guiando a no se donde.

Fue cruel lo que hizo, pero me quitó la duda.

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