Der Kastanienbaum: I
Die Kastanienaugen
Era de noche y la luna brillaba en todo su esplendor, mientras yo vagaba inmerso en mis pensamientos por aquel camino desierto.
Una luz se cruzó ante mi mirada.
No era el fulgor de una farola, era el de una estrella que dejaba entrever unas lágrimas... Eran los ojos de una mujer.
Y aunque no tenía buena vista (nunca la tuve), alcancé a ver que era una dama muy atractiva: su piel era blanca como la luna, su cabello ondulado era castaño, sus labios lucían suaves y exquisitos, y sus ojos...
Sus ojos se confundían con el rebullir de su cabello... eran castaños.
Me apresuré a hablar con ella para aliviar sus penas, pero fue en vano, ella corrió como si yo fuera un secuestrador (que a esa hora por ese lugar no me parecería raro que lo halla pensado)... o ¿Será que no huía de la realidad?...
Nunca lo sabré...
Tal vez fue la única vez que pude ver esa delgada silueta de vestido azul correr sin destino hacia la oscuridad de aquella noche.
Fue un momento mágico, debo decirlo; quedé obsesionado, creo; y enamorado de un sueño efímero cuyo nombre nunca supe...
Sólo una pista tengo del nombre de aquella mujer... Tenía un collar con una letra S.
Podría ser cualquier nombre: Sara, Sheila, Simone, Sidonia, Sideth, Sharon, Samara...
O podría ser el nombre de algún hombre... Pero ¿Por qué estaría llorando aquella musa? Creo que será una duda que existirá por siempre en mi mente, en mis palabras, en mi tinta y en mi corazón.
Hoy es 16 de Mayo del 2005, y a mis 15 años, creo que me he enamorado por primera vez. Me enamoré de esos ojos castaños.
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