Der Kastanienbaum: Kapitel Null
Sharon
Era de noche y me sentía contenta de estar en esa fiesta, aunque tenía cierto miedo de que él se embriagara de nuevo como en todas las fiestas.
El me llevó del brazo hasta la mesa donde pasaríamos toda la noche.
Nos sentamos y nos ofrecieron de beber, yo rechacé, nunca me había gustado el alcohol, pero Alejandro si aceptó. Yo lo miré con ternura esperando que lo dejara, pero lo único que me dijo fue "será con moderación" y sonrió con una de esas sonrisas que calman mis malos presentimientos.
Pasamos el rato y tuve miedo de que mi cabello se hubiese esponjado o algo hubiese pasado, tenía miedo de que algo así pasara, ya que ese día, en esa fiesta que él me preparó, le iba a decir a todos que me amaba y que estaba feliz de que cumpliéramos tres años de novios; así que fui al baño y me miré al espejo, mi cabello parecía normal, pero aun así le di un retoque para evitar consecuencias, mi maquillaje seguía impecable y ahora le dí un vistazo a mi misma: lucía igual que cuando él me conoció, pero con vestido azul.
Regresé a nuestra mesa y no lo vi, pero me senté de todas formas a esperarlo.
Valla sorpresa que me llevé cuando lo vi ebrio como siempre. Debí haberlo supuesto.
Lo único que me dijo fue "vamos al auto, quiero estar contigo", tuve miedo y le dije que no, que no en su estado. Él siguió hablando sobre ir al auto, pero yo tenía miedo y ya no quería seguir soportando su ebriedad.
Me puse mi máscara (era una mascarada) y traté de irme, pero antes de que pudiera salir, él tomó un micrófono y dijo "Sharon, vamos al auto amor, sólo quiero masturbarte y hacerte gemir hasta que te quedes sin aliento". Era increíble, ahora si estaba dispuesta a terminar con esto.
Un señor que vi me dijo "Valla relación tiene con su novia", a lo que yo le respondí "Ya no tiene novia", él me preguntó "¿Eres tú Sharon?", a lo que yo respondí con una lágrima a punto de brotar "No... me llamo Ginebra".
Valla suerte de tener dos nombres.
Salí de ahí corriendo, dejé caer mi máscara, lloré. Me sentía humillada. Pero de algo estaba segura: Nunca más me iban a conocer como Sharon, sino como Ginebra.
Caminé por la desierta cuidad de noche con miedo de que alguien me asaltara, pero también con la intención de mudarme de ciudad.
A lo lejos vi a un joven como de mi edad trajeado. Parecía que salía de una fiesta como yo, pero parecía que él sólo salió sin razón. Me vio.
Volví a correr huyendo de él, no sólo por miedo, sino porque no quería saber nada más sobre hombres.
Comentarios
Publicar un comentario