De aquí a allá y de allá a acá: 2
Salió de su casa con destino al aeropuerto. Era la primera vez que viajaba en avión así que era natural que le costara trabajo encontrar el andén para abordar, aunque ciertamente era extraño que nadie supiera dónde estaba el andén que Jonás buscaba, mas no le pareció raro, ya que la aerolínea que eligió no era precisamente reconocida e incluso un poco misteriosa.
Después de media hora de búsqueda encontró el andén y se dispuso a subir al avión.
Mientras más se acercaba a la puerta del avión, más sentía un pequeño malestar en el corazón. -A ella le aterraba la idea de volar- pensaba Jonás -Quizás la parte de ella que vive en mi corazón tiene miedo de tomar este avión-.
Por un momento sintió que se iba a desmayar, pero un auxiliar le detuvo en su caída y le dio un vaso de agua con un cubo de hielo. Realmente las personas que atendían ese avión eran amigables, aunque lucían un poco extraño: eran calvos y vestían un traje gris con un sombrero del mismo color. Se podía decir que en ese avión todos eran un poco extraños, algunos vestían como si hubieran venido del siglo pasado, otros de hace dos siglos, incluso algunos parecían del año 1700. ¡Era algo de locos!, pero era agradable.
Sólo había algo que incomodaba un poco a Jonás, y era que había un aura densa dentro del avión, lo que hizo que todos los pasajeros se fueran durmiendo poco a poco mientras el avión alzaba el vuelo con camino hacia Argentina.
Eran las 11 con 25 de la mañana y una voz lo despertó, una voz que nunca antes había escuchado.
-¡Che! ¡Es hora de comer algo!-, Jonás se despertó con trabajos pero abrió muy grandes los ojos al mirar a su al rededor; estaba en un cuarto pequeño que no conocía, las paredes eran de un color liso y no había muebles a excepción de la cama donde estaba recostado. Sólo estaba él, su pequeña maleta y un chico que vestía pantalón de vestir y una camisa blanca. -Quizá estás un poco confundido, pero te explicaremos todo en la mesa- dijo el chico al ver la cara de sorpresa que tenía Jonás.
-Mi nombre es Pablo, el nombre del chico es Jorge- dijo con tono de tango un señor robusto que estaba sentado en la cabeza de la mesa -Yo te explicaré tu situación, acabas de viajar en las aerolínea Time&Space. Lo que hacemos acá es brindar viajes por el espacio geográfico y temporal a personas que se sienten solas y desamparadas, les brindamos una última aventura. Vos podés decidir si te quedás aquí y en esta época o querés seguir yendo de aquí a allá por el espacio y tiempo. El siguiente viaje es en un año hacia Londres, Inglaterra, más o menos en el año de 1888...-
-¿En qué año estamos?- interrumpió Jonás.
-1914- respondió Pablo fríamente y con el mismo tono de arrabal con el que empezó a hablar, -Estás en Buenos Aires, Argentina, en el año de 1914. Por cierto hay algo que quizás quieras saber...-
Jonás salió de esa casa antes de que Pablo terminara de hablar; estaba abrumado por lo que acababa de escuchar: no sólo estaba en Argentina, sino en la época de uno de sus estilos favoritos de baile: el Tango.
Caminó hasta el centro con las manos en sus bolsillos (donde encontró un poco de dinero), mirando a su alrededor como perdido, y se metió a un bar para esperar la noche con una copa de champagne.
Era un lugar en verdad fascinante, uno podía perder su mente ahí, había tantas personas y tantas historias.
Había una que llamó la profunda atención de Jonás, una chica llamada Adriana platicaba con un tal Alberto sobre una supuesta relación que ambos querían, y que, sin embargo, no podía ser. Una historia que tocó el corazón de Jonás e hizo que este tomara otro sorbo a su copa.
De pronto llegaron unos tipos con instrumentos, algo que le indicaba a Jonás que la noche comenzaba y el tango empezaría a tocarse. Cerró los ojos un momento y pensó -¿Por qué no hice esto antes?-, tomó otro sorbo y después pidió que llenaran su copa de nuevo.
¿Qué podría ser mejor? o quizás, ¿Qué podría empeorarlo todo?
Después de media hora de búsqueda encontró el andén y se dispuso a subir al avión.
Mientras más se acercaba a la puerta del avión, más sentía un pequeño malestar en el corazón. -A ella le aterraba la idea de volar- pensaba Jonás -Quizás la parte de ella que vive en mi corazón tiene miedo de tomar este avión-.
Por un momento sintió que se iba a desmayar, pero un auxiliar le detuvo en su caída y le dio un vaso de agua con un cubo de hielo. Realmente las personas que atendían ese avión eran amigables, aunque lucían un poco extraño: eran calvos y vestían un traje gris con un sombrero del mismo color. Se podía decir que en ese avión todos eran un poco extraños, algunos vestían como si hubieran venido del siglo pasado, otros de hace dos siglos, incluso algunos parecían del año 1700. ¡Era algo de locos!, pero era agradable.
Sólo había algo que incomodaba un poco a Jonás, y era que había un aura densa dentro del avión, lo que hizo que todos los pasajeros se fueran durmiendo poco a poco mientras el avión alzaba el vuelo con camino hacia Argentina.
Eran las 11 con 25 de la mañana y una voz lo despertó, una voz que nunca antes había escuchado.
-¡Che! ¡Es hora de comer algo!-, Jonás se despertó con trabajos pero abrió muy grandes los ojos al mirar a su al rededor; estaba en un cuarto pequeño que no conocía, las paredes eran de un color liso y no había muebles a excepción de la cama donde estaba recostado. Sólo estaba él, su pequeña maleta y un chico que vestía pantalón de vestir y una camisa blanca. -Quizá estás un poco confundido, pero te explicaremos todo en la mesa- dijo el chico al ver la cara de sorpresa que tenía Jonás.
-Mi nombre es Pablo, el nombre del chico es Jorge- dijo con tono de tango un señor robusto que estaba sentado en la cabeza de la mesa -Yo te explicaré tu situación, acabas de viajar en las aerolínea Time&Space. Lo que hacemos acá es brindar viajes por el espacio geográfico y temporal a personas que se sienten solas y desamparadas, les brindamos una última aventura. Vos podés decidir si te quedás aquí y en esta época o querés seguir yendo de aquí a allá por el espacio y tiempo. El siguiente viaje es en un año hacia Londres, Inglaterra, más o menos en el año de 1888...-
-¿En qué año estamos?- interrumpió Jonás.
-1914- respondió Pablo fríamente y con el mismo tono de arrabal con el que empezó a hablar, -Estás en Buenos Aires, Argentina, en el año de 1914. Por cierto hay algo que quizás quieras saber...-
Jonás salió de esa casa antes de que Pablo terminara de hablar; estaba abrumado por lo que acababa de escuchar: no sólo estaba en Argentina, sino en la época de uno de sus estilos favoritos de baile: el Tango.
Caminó hasta el centro con las manos en sus bolsillos (donde encontró un poco de dinero), mirando a su alrededor como perdido, y se metió a un bar para esperar la noche con una copa de champagne.
Era un lugar en verdad fascinante, uno podía perder su mente ahí, había tantas personas y tantas historias.
Había una que llamó la profunda atención de Jonás, una chica llamada Adriana platicaba con un tal Alberto sobre una supuesta relación que ambos querían, y que, sin embargo, no podía ser. Una historia que tocó el corazón de Jonás e hizo que este tomara otro sorbo a su copa.
De pronto llegaron unos tipos con instrumentos, algo que le indicaba a Jonás que la noche comenzaba y el tango empezaría a tocarse. Cerró los ojos un momento y pensó -¿Por qué no hice esto antes?-, tomó otro sorbo y después pidió que llenaran su copa de nuevo.
¿Qué podría ser mejor? o quizás, ¿Qué podría empeorarlo todo?
-Yo me llamo Lorena, ¿Y vos?- |
Comentarios
Publicar un comentario