De aquí a allá y de allá a acá: 3

Entró entonces al bar una chica delgada de baja estatura y sin muchos atributos, y en ese instante desaparecí del bar, del mundo, del universo, de la época e incluso de esta dimensión.
Era increíble como en un segundo pude perderme profundamente en sus ojos color esmeralda, sus labios de rubí, su cabello de ónice y su piel de nieve, Mientras más la veía, más me enloquecía.

Comenzó a cantar con la banda y me di cuenta de que había belleza más allá de la delgada silueta que se dibujaba en su vestido negro, tenía una voz suave y aguda que se fundía apasionadamente con el bandoneón y el violín, tenía al cantar una mirada arrogante y gitana, y a su ves sensual y tímida. Toda ella era hermosa.

Al finalizar el acto, la burbuja de embeleso se rompió y todos volvieron a hacer el mismo bullicio de antes, ella miró a todos lados como buscando algo, pero mientras más miraba aquel lugar, sus ojos denotaban más decepción. Entonces me levanté de la silla con mi copa de champagne con dirección a ella... no tenía nada que perder al hacerlo.

Me acerqué a ella y le pregunté -¿Cómo te llamas?-. Ella me miró un momento, tomó mi copa, le dio un sorbo y dijo -Yo me llamo Lorena, ¿Y vos?-.
Me quedé petrificado un instante, pero me armé de valor, tomé mi copa y le dije -Me llamo Jonás, Jonás Márquez-, ella me miró a los ojos por escasos tres segundos y luego desvió la mirada.
-Eres nuevo por acá, ¿No?- me pregunto ella con un leve sonrojo en las mejillas, -¿Tienes libre el día de mañana?- le pregunté sin pensar.

Un grito se escuchó desde la lejanía -¡Lorena!¡Andate a casa que ya es tarde!-, ella bajó la cabeza y me dijo en voz baja -Te veo mañana aquí a las cuatro-.

Se fue con un señor viejo que parecía su padre, era bien parecido y tenía el cabello negro como la noche. Yo tomé el último sorbo de champagne y me fui a casa, o a lo que se podría decir que era donde vivía.

Me recosté en la cama y me puse a pensar que podría pasar mañana cuando la viera. Pensé en sus dulces labios rojos y en sus lindos ojos verdes, su sedoso cabello negro y su piel tersa y blanca, su exquisita figura y su voz seductora. No podía dejar de pensar en ella, sin embargo, no era la única persona que habitaba mi mente, Elisa estaba ahí en todo momento, incluso creo que pude sentir su mirada fuera de la burbuja.
Realmente Lorena me parecía muy atractiva y linda, pero una vez le había prometido a Elisa amor eterno y no podía fallarle. Incluso después de que ella terminó conmigo, una parte de mi no me permitía fallarle a mi Elisa, aunque ella sólo viviera en mi memoria.

Y así pasó lo que quedaba de noche hasta que me dormí: Una pelea entre Lorena de apellidos desconocidos y Elisabeth Montes. La ganadora, se quedaba con un corazón roto y muchas ilusiones perdidas.

¿Vos también los usás?

Comentarios