Querida mía
Querida mía, hoy te he visto de nuevo en la nube turbia de mis recuerdos. Volviste a pasearte por mi mente con esas sonrojadas mejillas y ese precioso cabello.
Te apareciste en forma de arena y nieve, melodía y voz, tú y yo bailando al mismo compás, un compás que se desvaneció con las últimas notas de la ausencia.
Te apareciste en forma de violín rojo en un mundo azul, un violín que se convierte en un ave que nada a la superficie para llevar la pasión a otro mundo igual pero al revés.
Te apareciste en forma de bandoneón en un museo de Berlín, justo dentro de la pantalla apagada de mi computador.
Te apareciste en forma de copo de nieve, que entró por mi pupila e hizo latir de nuevo mi viejo corazón de madera. Hiciste fluir sangre que estaba estancada desde hace siglos.
Te apareciste en forma de flauta con puntas de ballet, en forma de óleo con espátula, en forma de un tango mal interpretado.
Simplemente te apareciste. Y quería que lo supieras.
Te apareciste en forma de arena y nieve, melodía y voz, tú y yo bailando al mismo compás, un compás que se desvaneció con las últimas notas de la ausencia.
Te apareciste en forma de violín rojo en un mundo azul, un violín que se convierte en un ave que nada a la superficie para llevar la pasión a otro mundo igual pero al revés.
Te apareciste en forma de bandoneón en un museo de Berlín, justo dentro de la pantalla apagada de mi computador.
Te apareciste en forma de copo de nieve, que entró por mi pupila e hizo latir de nuevo mi viejo corazón de madera. Hiciste fluir sangre que estaba estancada desde hace siglos.
Te apareciste en forma de flauta con puntas de ballet, en forma de óleo con espátula, en forma de un tango mal interpretado.
Simplemente te apareciste. Y quería que lo supieras.
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