La pluie: 6

Estabas aferrado a la espada que DEDI te dio, no podías bajar la guardia en la espesa selva después de haber visto lo peligrosa que podía ser una inocente niebla.

"Hay animales buenos como malos. Ya te darás cuenta cuales son cuales" te dijo DEDI cinco metros dentro de la selva.

Entonces escuchaste algo que te erizó la piel. Era como el sonido de una sierra cortando la vida de una virgen. Volteaste y viste una pequeña ave hermosa y fina de plumas largas y azules que no medía más que tu mano junto a un ave tosca de plumas rojas que medía poco más que tu cabeza.

Mas la espada no se levantó así como las aves no se acercaron a ti, así que pensaste que no eran peligrosas como lo que encontraste después.

Ya habías visto algo parecido en el mundo real, pero esa garrapata que estaba frente a ti era casi dos veces más grande que tú, y mucho más fuerte, ya que sólo alzando un poco una pata te aventó cerca de dos metros, algo que ni una bomba podía hacer contigo.

La espada te ayudó a levantarte ya a esquivar el siguiente golpe que llegó de lado justo a tiempo para que la espada cortara su pata.
Desafortunadamente de esa herida emanó un líquido blanco amarillo que cayó sobre un pequeño árbol que, en poco tiempo, se redujo a una masa amorfa de color gris.

¿Qué era mejor? ¿Atravesarla con la espada y morir cubierto por el líquido extraño? o ¿Huir sabiendo que en su territorio ella te tenía ventaja?. Pero hiciste lo que cualquier persona normal haría.
Buscaste lo más rápido que pudiste un lugar donde esconderte donde la garrapata no pudiera entrar. Algo así como una...

¡Pequeña cueva!, corriste a ella y esperaste lo mejor... lo cual no sucedió.

Había una pequeña salamandra, o mejor dicho, cientos de ellas; no sabías si atacarlas o no hasta que la espada tiro un tajo que partió a unas veinte. Las salamandras restantes se empezaron a retorcer y después se abalanzaron contra ti.

Correr era lo único que te quedaba por hacer, pero tu espada no opinaba lo mismo, pues dio otro tajo hacia atrás que cayó justo en medio de la cara de la gran garrapata, mas esta vez ningún líquido emanó de su cabeza, ya que la espada se puso al rojo vivo y cauterizó la pequeña gran herida que le infringiste al gran monstruo.

Se alejó de ti y ahora tu único problema eran las miles -sí, eran miles viéndolas claramente- salamandras. Trataste de pensar en algo mientras un ejército de reptiles se acercaba a ti, pero no pudiste pensar en algo útil, sólo pudiste tirar tajos a diestra y siniestra esperando atinar a las salamandras... con los ojos cerrados.

Y al abrirlos no había más animales extraños a tu alrededor, así que retomaste con mucho cuidado y rapidez el camino hacia el volcán, al que, curiosamente, te habías acercado sin saber.

Antes de llegar creíste que tendrías que entrar por el cráter, pero este volcán tenía una cueva a manera de entrada.
-Lo encontraste. Muy bien. Yo siempre suelo olvidar donde esta la entrada y tengo que entrar por el cráter.- te dijo DEDI, quien apareció, aparentemente, de la nada. Y juntos entrasteis al volcán.

-Por el simple hecho de haber llegado aquí demuestra que puedes salvar a Kazerlöwe. Puedes irte.- dijo una voz que parecía venir de aquel enorme lobo que estaba sentado con la cabeza mirando hacia arriba.
-Bueno, regresemos- dijo DEDI dispuesto a salir de la cueva.
-Esto debe de ser una broma. ¿Atravesé la niebla y la selva sólo para que me dijeran que podía irme?. ¡Algo más debe de haber!- dijiste en voz alta y lleno de rabia. ¿Quién no? casi morir para nada debe al menos tener una recompensa.

-Has demostrado tener la fuerza y el valor para llegar hasta aquí, y la energía suficiente para reclamarle a una entidad- dijo el lobo que, sin saber como ni cuando, se encontraba frente a ti de pie mirándote fijamente mostrando los colmillos. -Vete ahora-

Era absurdo tener que volver a cruzar el mismo camino, pero contra ese lobo gigante de metal, era mejor obedecer.

Sapalrrotsirg está hecho de un metal similar al osmio.

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