Licuado de canela

-Hay cosa que no se dicen, chérie-.

Hay cosas que deben quedarse por debajo de la mesa, e incluso, por debajo de la cama.

Hay cosas que deben quedarse guardadas en lo más profundo del olvido y, a veces, ni siquiera el olvido debe saber.

A veces debe ser callado el ruido del beso más pequeño. ¡Claro!, cuando lo recibe la persona que no debía.

Muchas otras, incluso, una tierna mirada debe ser guardada en un cofre enterrado en el infierno. ¡Claro!, repito, cuando se origina entre historias sobrepuestas.

Una caricia, una palabra, o tan sólo el pensar de un sentimiento debe ser acallado antes de desatar la furia del destino. ¡Claro!, no siempre, sólo cuando queda comprometida la verdad de un corazón. La fidelidad de un ser.

-Pero hay cosas que no pueden ser guardadas para siempre, monsieur-.

Y el tártaro explotó.

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