La pluie: 3

Y ahí estabas tú, sentado en el centro de la celda (por fin lo adivinaste, estás en un calabozo) acechado por las dudas como si fueran lobos salvajes, esperando el final.

Viste el vano que hacía de ventana y notaste que no tenía barrotes, mas estaba muy alto y no podías alcanzarla. Siempre fuiste muy pequeño, pero tus habilidades en combate y en el campo científico te llevaron a la milicia.

Estuviste un buen rato reflexionando y diciéndote a ti mismo que por tu estúpida lascivia estaban a punto de, siendo una suposición, matarte. ¡Maldita suerte!. Nunca fuiste la persona más afortunada tampoco, tus padres murieron cuando tenías 7 años y tus tíos te obligaron a trabajar hasta que tuviste edad para entrar a la escuela militar, nunca tuviste hermanos y en la escuela militar las chicas no son muy lindas que digamos.

Te pusiste a pensar y reflexionar sobre cada cosa que habías hecho en tu vida, cada buena y mala decisión, cada momento que podría ser crucial.

-Te van a matar, ¿No?- escuchaste mientras te perdías en un punto fijo en lanada. -Te encerraron aquí mientras veían que hacer contigo, y lo que harán es matarte hoy a la media noche, ¿No?-.
Volteaste para ver quién había dicho tal cosa y te encontraste a un hombre delgado y calvo que vestía un manto de lana de color ocre.

-¿Quién eres?- le preguntaste mientras metías la mano a tu bolsa buscando tu puño de hierro, pero no estaba ahí. -¿Buscabas esto?, verás, yo no pienso hacerte daño, podría, pero no lo haré- dijo al momento que sacó de su manga tu puño de acero y lo pasaba de una mano a otra sin dejar de tocarlo... y las manos estaban separadas a cierta distancia.

-¿C-cómo haces eso?- le preguntaste muy impresionado, nunca habías visto un acto de prestidigitación tan magnífico. -No, no, no, no, no, no, no. No es prestidigitación, mi estimado, es magia de verdad- dijo mientras desaparecía tu puño de acero y te hacía señas para para que revisaras en tu bolsillo.
Realmente había leído tu mente y había hecho aparecer tu arma en tu bolsillo. -Sólo sígueme y te enseñaré este truco y muchos más- te dijo mientras te tendía la mano. -Pero no podemos salir, la puerta es de un metal muy duro y el vano está muy en lo alto- le dijiste dándole la espalda y bajando la cabeza.

Él miró a la puerta, luego a la ventana y terminó mirando una pared. Después de un rato te dijo -Dame la tiza que está en tu bolsillo izquierdo-, tú dudaste un momento, ya que no tenías nada en tus bolsillos más que el puño de acero, y luego pensaste "no tengo nada que perder" e hiciste lo que te había dicho. Y efectivamente había una tiza roja que le diste al hombre.
Él escribió en la pared algo que decía "DEDI estuvo aquí... y se fue", dio dos palmadas y una puerta se abrió en la pared sobre la que había escrito. -Ven- dijo y tú lo seguiste por esa puerta que emitía una muy brillante luz blanca.

Aún hay muchas cosas que aún no entiendes y sabes que muchas no las entenderás pronto.
Tropa militar, diseñado para romperse fácilmente.

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