La pluie: 2.5
-¡Inaceptable!, esa era la palabra para semejante suceso que mis ojos percibieron hoy. Sí, es verdad que la tierra atrae lo que necesita, pero jamás llegué a pensar que en el último año llegaran tres personas más que, según la profecía, llegarán a quitarme el poder de este pueblo. ¡Es inaceptable!. Logré convencer a los primeros dos que se unieran a mi y dirigieran los ejércitos, al tercero tuve que declararlo loco antes de mandarlo al calabozo donde murió de hambre. Pero a este... ¡No sé lo que haré con él!, es un soldado alemán, esos no se venden fácilmente, y tampoco será fácil hacerlo pasar por loco- dijo Vladimir, monarca de Kazerlöwe, mientras caminaba dentro de su lujoso cuarto de mármol.
Salió del cuarto y se dirigió al cuarto de planificaciones, donde lo esperaban Almagor y Kenshi, los generales de las tropas centinela y de las tropas militares, respectivamente.
-¿Y bien? ¿Cuál es el plan con el hei?- dijo Kenshi, que sólo miraba el filo de su daga.
-Supongo que la única solución sería terminar con su existencia silenciosamente, ¿No?- contestó Almagor con los ojos vacíos.
-Supongo que no queda otra opción, Almagor, habrá que matarlo- repuso Vladimir en respuesta al general de las tropas centinela.
Kenshi y Almagor lo miraron extrañado. Vladimir siempre se había negado a matar a alguien, ya fuera humano o no.
-¿Cuándo será, Vlad?- preguntó Kenshi con miedo y ansias -Si es posible, hoy a la media noche, así no habrá mirones y el ruido será menor por el Gloomy Sunday- respondió Vladimir con seguridad.
Así bien, cada uno tomó las armas que marcaban su propia humanidad: Almagor con su revólver, Kenshi con su katana y Vladimir con su pequeña, pero no menos letal, cherry bomb (una pequeña pistola con una microbobina de tesla con imanes para dirigir el rayo; inventada en 2103 y patentada en 2105).
Bajaron desde la torre del impecable castillo de papel de arroz hasta la entrada del calabozo, pasaron el complejo laberinto de pasillos con puertas de mitril hasta el rincón más lejano, ahí te buscaron para darle fin a tu vida.
-¿Pero dónde está?- exclamó Kenshi al entrar a tu celda, Vladimir entró para ver que no fuera mentira lo que el samurai había dicho, y efectivamente, sólo había pintado en la pared un aviso que decía:
DEDI estuvo aquí... y se fue
Salió del cuarto y se dirigió al cuarto de planificaciones, donde lo esperaban Almagor y Kenshi, los generales de las tropas centinela y de las tropas militares, respectivamente.
-¿Y bien? ¿Cuál es el plan con el hei?- dijo Kenshi, que sólo miraba el filo de su daga.
-Supongo que la única solución sería terminar con su existencia silenciosamente, ¿No?- contestó Almagor con los ojos vacíos.
-Supongo que no queda otra opción, Almagor, habrá que matarlo- repuso Vladimir en respuesta al general de las tropas centinela.
Kenshi y Almagor lo miraron extrañado. Vladimir siempre se había negado a matar a alguien, ya fuera humano o no.
-¿Cuándo será, Vlad?- preguntó Kenshi con miedo y ansias -Si es posible, hoy a la media noche, así no habrá mirones y el ruido será menor por el Gloomy Sunday- respondió Vladimir con seguridad.
Así bien, cada uno tomó las armas que marcaban su propia humanidad: Almagor con su revólver, Kenshi con su katana y Vladimir con su pequeña, pero no menos letal, cherry bomb (una pequeña pistola con una microbobina de tesla con imanes para dirigir el rayo; inventada en 2103 y patentada en 2105).
Bajaron desde la torre del impecable castillo de papel de arroz hasta la entrada del calabozo, pasaron el complejo laberinto de pasillos con puertas de mitril hasta el rincón más lejano, ahí te buscaron para darle fin a tu vida.
-¿Pero dónde está?- exclamó Kenshi al entrar a tu celda, Vladimir entró para ver que no fuera mentira lo que el samurai había dicho, y efectivamente, sólo había pintado en la pared un aviso que decía:
DEDI estuvo aquí... y se fue
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