La pluie: 2
-¿Kazerlöwe?- preguntaste con gran sorpresa.
-Pues claro, tonto, ¿Dónde creíste que estabas? ¿En Turingia?- respondió con tono irónico el pequeño maniquí de dibujo hecho de guayacán.
-Esto debe ser una broma- le dijiste sujetándolo de los hombros -Se supone que yo iba de regreso a Kassel por el camino de las vías del tren-.
-¡Suélteme, loco!, por aquí ni siquiera pasan los trenes, dejaron de pasar hace varias décadas y clausuraron ese camino- te dijo mientras señalaba a tus espaldas.
¡Y efectivamente!, volteaste a ver y no había ningunas vías, ningún camino, sólo un muro de piedra gris de no más de un metro de altura.
-¡P-pero yo vine de allá!- exclamaste -¡Yo vine siguiendo las vías del tren!-.
-¡Oh, no!- dijo el hombrecillo de madera en voz baja, dio unos pasos hacía atrás y gritó a los cuatro vientos -¡Guardias!¡Guardias!¡Llegó otro supuesto elegido!¡Guardias!-.
Te alarmaste y empezaste a voltear nerviosamente a todos lados. "¿Qué decía?" pensabas para tus adentros.
Mas tus pensamientos fueron interrumpidos por diez figuras humanas de aproximadamente dos metros de altura, "Alabado sea dios" pensaste por un momento que terminó cuando notaste que las figuras eran de un cristal muy claro y brillante.
-Es él, es ese hombre- dijo el hombrecito cuando llegaron los autómatas de cristal.
Los mentados guardias se acercaron sin mucha prisa, te acercaste a ellos con seguridad y reíste.
-¿Cristal?¿En serio?¿Una guardia de cristal?- dijiste mientras sacabas de tu bolsa izquierda un puño de acero.
El primer autómata se paró frente a ti y lo miraste con lástima -Eres una verdadera pieza de arte- y le asestaste un golpe que lo partió exactamente a la mitad.
-Siguiente- dijiste en tono retador antes de que las nueve figuras restantes se te echaran encima, cosa que note causó ni el más mínimo inconveniente, ya que todas terminaron en pedazos.
-¿Eso es todo?- le preguntaste socarronamente al hombrecillo que se rió y dijo -El cristal representa la pureza y la transparencia del honor de Kazerlöwe, y son dos cosas que nunca mueren-, señaló a los pedazos rotos de cristal que se juntaron hasta formar cinco figuras de más de cuatro metros, esta vez con una forma más definida, que dieron un salto y desaparecieron.
"¿Qué mierda?" pensaste asustado mientras volteabas hacia atrás buscando una salida, la cual, si había, estaba bloqueada por un autómata; viraste hacia la derecha y luego a la izquierda, te encontrabas rodeado de enormes figuras de cristal. Una de ellas dio un paso hacia adelante, se arrodilló hasta que su cara estuvo casi a tu altura y sopló.
En ese momento te desmayaste.
Despertaste y sentiste una curiosa tranquilidad. Era la tranquilidad de la noche. Miraste a tu alrededor para ver no más que piedra amarillenta y suave, y un pequeño vano que simulaba una ventana.
Entró un hombre viejo con un traje muy ridículo —un traje muy parecido a los del año 2014— y una barba corta y grisácea que hizo un ademán a los guardias que le acompañaban para que os dejaran solos.
-Así que tú viniste de Kassel, ¿No?- preguntó con un tono de curiosidad, -No realmente. Vengo de Kassel, pero nací en Lipsia- respondiste un poco extrañado, "¡Una persona normal! ¡por fin!" pensabas silenciosamente, -Ya no viene nadie por acá... dejaron de venir personas del mundo exterior cuando sucedió aquel accidente de tren- dijo el señor con un poco de melancolía -Y hay una profecía que dice que aquel que venga de afuera podrá liberar al pueblo... sin embargo todos los que han dicho ser de afuera resultan ser personas que sólo quieren el poder de este reino-.
Lo miraste un poco extrañado y con miedo, pero la curiosidad es grande y no pudiste evitar preguntarle -¿Liberarlos de qué?-.
El río y te dijo -Quién sabe-.
-Pues claro, tonto, ¿Dónde creíste que estabas? ¿En Turingia?- respondió con tono irónico el pequeño maniquí de dibujo hecho de guayacán.
-Esto debe ser una broma- le dijiste sujetándolo de los hombros -Se supone que yo iba de regreso a Kassel por el camino de las vías del tren-.
-¡Suélteme, loco!, por aquí ni siquiera pasan los trenes, dejaron de pasar hace varias décadas y clausuraron ese camino- te dijo mientras señalaba a tus espaldas.
¡Y efectivamente!, volteaste a ver y no había ningunas vías, ningún camino, sólo un muro de piedra gris de no más de un metro de altura.
-¡P-pero yo vine de allá!- exclamaste -¡Yo vine siguiendo las vías del tren!-.
-¡Oh, no!- dijo el hombrecillo de madera en voz baja, dio unos pasos hacía atrás y gritó a los cuatro vientos -¡Guardias!¡Guardias!¡Llegó otro supuesto elegido!¡Guardias!-.
Te alarmaste y empezaste a voltear nerviosamente a todos lados. "¿Qué decía?" pensabas para tus adentros.
Mas tus pensamientos fueron interrumpidos por diez figuras humanas de aproximadamente dos metros de altura, "Alabado sea dios" pensaste por un momento que terminó cuando notaste que las figuras eran de un cristal muy claro y brillante.
-Es él, es ese hombre- dijo el hombrecito cuando llegaron los autómatas de cristal.
Los mentados guardias se acercaron sin mucha prisa, te acercaste a ellos con seguridad y reíste.
-¿Cristal?¿En serio?¿Una guardia de cristal?- dijiste mientras sacabas de tu bolsa izquierda un puño de acero.
El primer autómata se paró frente a ti y lo miraste con lástima -Eres una verdadera pieza de arte- y le asestaste un golpe que lo partió exactamente a la mitad.
-Siguiente- dijiste en tono retador antes de que las nueve figuras restantes se te echaran encima, cosa que note causó ni el más mínimo inconveniente, ya que todas terminaron en pedazos.
-¿Eso es todo?- le preguntaste socarronamente al hombrecillo que se rió y dijo -El cristal representa la pureza y la transparencia del honor de Kazerlöwe, y son dos cosas que nunca mueren-, señaló a los pedazos rotos de cristal que se juntaron hasta formar cinco figuras de más de cuatro metros, esta vez con una forma más definida, que dieron un salto y desaparecieron.
"¿Qué mierda?" pensaste asustado mientras volteabas hacia atrás buscando una salida, la cual, si había, estaba bloqueada por un autómata; viraste hacia la derecha y luego a la izquierda, te encontrabas rodeado de enormes figuras de cristal. Una de ellas dio un paso hacia adelante, se arrodilló hasta que su cara estuvo casi a tu altura y sopló.
En ese momento te desmayaste.
Despertaste y sentiste una curiosa tranquilidad. Era la tranquilidad de la noche. Miraste a tu alrededor para ver no más que piedra amarillenta y suave, y un pequeño vano que simulaba una ventana.
Entró un hombre viejo con un traje muy ridículo —un traje muy parecido a los del año 2014— y una barba corta y grisácea que hizo un ademán a los guardias que le acompañaban para que os dejaran solos.
-Así que tú viniste de Kassel, ¿No?- preguntó con un tono de curiosidad, -No realmente. Vengo de Kassel, pero nací en Lipsia- respondiste un poco extrañado, "¡Una persona normal! ¡por fin!" pensabas silenciosamente, -Ya no viene nadie por acá... dejaron de venir personas del mundo exterior cuando sucedió aquel accidente de tren- dijo el señor con un poco de melancolía -Y hay una profecía que dice que aquel que venga de afuera podrá liberar al pueblo... sin embargo todos los que han dicho ser de afuera resultan ser personas que sólo quieren el poder de este reino-.
Lo miraste un poco extrañado y con miedo, pero la curiosidad es grande y no pudiste evitar preguntarle -¿Liberarlos de qué?-.
El río y te dijo -Quién sabe-.
El maniquí de dibujo de guayacán se llama Ivann |
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