Epístola

Hoy puedo ver las gotas de lluvia convertirse en nieve, así como nuestras sonrisas se convirtieron en lágrimas... lenta y espontáneamente.

Hoy puedo ver como, incluso la más grande historia del mundo puede tener el final menos esperado.

Hoy puedo incluso ver como el fantasma de nuestra historia aún se asoma por mi ventana para hacer muñecos de nieve en mi memoria.

Hoy puedo sentir tu recuerdo frío -muy frío- que acaricia mis manos y me roba un beso fugaz que termina en una tímida sonrisa con sonrojo incluido.

Hoy, no mentiré, extraño aquella presencia que me dejó hace tiempo cuando aún caminaba a mi lado.

Hoy, repito, me desvelo mirando tus antiguas fotos recordando lo que solíamos ser y las sonrisas que solíamos tener.

Hoy la luna me mira con tristeza escribir las últimas líneas que parecen terminar una carta que, quizás, nunca leerás.

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