Testamento

Hoy es el día de mi muerte, más no quiero que estén tristes por mí pues, deben saber, que me voy porque así lo decidí.

Hoy es el día de mi muerte y quiero recompensar a las personas que me han rodeado por estar ahí, aún cuando no lo estaban.

Le dejo a mi amada todo el amor que se merece, que siempre le di. Le dejo la confianza que siempre le tuve y las palabras que quizás no tuve tiempo de decirle. Le dejo esto para sepa que nunca le faltó nada y para que nunca se falte a sí misma.

Le dejo a mi hermano todos los sueños e ilusiones: esa pequeña casita color café a las afueras de un pueblo pequeño, esos viajes que quizás nunca realicé pero siempre tuve en mente, esa forma en que esperaba el futuro aún sabiendo que podría ser peor. Le dejo todo esto porque, a veces, uno no puede soportar tanto tiempo la pesada carga de vivir sin propósitos.

Le dejo a mis hijos las alegrías incontables que me hicieron pasar. Les dejo en sus manos todo el cariño que algún día me dieron y que, ahora, ya no me sirve de mucho. Les dejo esto porque lo que más necesita uno cuando crece es la alegría que se pierde con los años.

Y mis cosas materiales, se las daría al mundo... si tuviera alguna. Pues nada es mío, porque nada es de nadie.

Lo que puedo dejar al mundo triste y enfermo que me vio nacer es una pequeña frase que aprendí, afortunadamente, a la mala.

"Sé feliz... mientras puedas... si es que puedes."

Atte.

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