No.3

-Conocí a una extraña mujer- dijo él - una mujer cuyos ojos no podías ver, cuya sonrisa no podías causar, cuyo mirar no podías atraer y cuyos labios no podías besar.- continuó el pobre hombre con la mirada fundida en el infinito.

Mas sus alegatos no serían más que confundidos con el ruido que perece en el viento, pues sus palabras, recitadas al vacío, se confundían fácilmente con un sueño efímero.

-¿Puede ser real un ser que sólo existe en la imaginación?- se preguntó en el silencio de su soledad.

-¿Existo?- preguntó ella.

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