La verdad oculta en el fuego
En memoria de un nosotros que murió.
Hoy es 24 de agosto y he cerrado un círculo después de cuatro años, pero no importa en absoluto.
Septiembre tardó en llegar tres o cuatro semanas. Llegó más frío, más sólo... más sin ti.
Estoy tan destrozado que mis sueños me acosan desde el callejón de mis desvelos, en ese pequeño espacio entre la muerte y la mentira.
¿Quién soy yo? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago yo? He pasado tanto tiempo fingiendo ser una persona que no conozco, que ahora no recuerdo quién pretendía ser al principio... ¿Lo sabes tú?
El deseo de saber lo que quiero saber se mezcla lentamente con pensamientos intrusivos que me dejan a la deriva en un mar de pesimismo:
¿De qué me sirve saber o hacer cualquier cosa, si vivimos en un mundo de mentiras?
Nadie sabe nada porque nada realmente importa.
No hay esperanza. Ninguna esperanza. ¡NINGUNA!
La vida es una farsa, no existe un sentido, todos vamos a morir inminentemente.
El futuro es incierto, la realidad es mentira, la verdad es oscura.
Moriré para encontrar la vida.
No lo quiero, no quiero esto, no quiero esta vida. Quiero alejar todas esas cosas turbias de mi mente.
Una bala bastará para callar todo ese silencio que retumba en mi mente.
Pues ese es mi castigo. El castigo de los muertos por enamorarnos es la misma vida.
Sólo Dios y él sabrán por qué lo hizo, mientras tanto yo me preparo para seguirle a donde quiera que haya ido.
Arthouros
"Se feliz mientras puedas, si es que puedes"
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