En un rincón de la cantina

Y aquí estoy de nuevo en un rincón de la cantina escribiendo como escribía José Alfredo.

Aquí estoy de nuevo cantando con mis amigos que siempre están ahí cuando los necesito: Papel, lápiz, Pedrito y tequila.

Porque así son las cosas. Uno no sabe qué tan perdido está hasta que se encuentra con lo que siempre repudió. Uno no sabe lo acabado que está hasta que el espejo tiene lástima. Uno no sabe lo solo que está hasta que recurre a la compañía del alcohol.

Porque las penas no son penas sin Chavela, la soledad no es soledad sin mariachi, y un corazón roto no está roto sin poesía.

Pero no es un corazón el que se rompe al ritmo de un son huasteco, sino un hombre que algún día fue de acero y ahora yace en pedazos al pie de una caja con promesas vanas.

Así son las cosas. Uno termina queriendo soñar eternamente, ya sea en los brazos de Hipno o de Tánato, pues, estando tan solo en aquel sucio rincón de aquella cantina, no queda otra cosa más que vivir en una canción de José Alfredo o en un poema de Bécquer.

Porque un malentendido puede apagar toda luz en la vida de alguien que dio incluso lo que no tenía por amor.

Porque el dolor de la soledad convierte al más noble caballero en un monstruo de tristeza, en un borracho o en un poeta.

Porque a veces cuando se da el corazón, este nunca se recupera.

Comentarios