Tenía que reír, porque si no iba a llorar

Ella lo esperaba en el pórtico del estudio. Inmóvil y fría como un muerto.

Él la miró y siguió escribiendo.

Sabía que las cosas acabarían pronto así que no podía perder tiempo.

"Querida,
la vida se me acaba más rápido de lo que puede marcar el reloj. Perdón, pero esta vez no te podré esperar despierto."

Tomó el papel y fue a la cocina. Contempló el lugar por última vez y dejó la nota junto a una botella de vino.

-Duele dejar las cosas que más amas atrás- le dijo a ella con los ojos vacíos y el alma destrozada.
-Tú nunca amaste nada- dijo ella con la severidad que la caracterizaba.

Su único delito fue tomar una decisión que no llevaría a ningún lugar.

Todo tiene un final. Al final resultó ser cierto.

Él sentía un gran querer, un sentimiento inmenso. Pero no era amor de verdad.

Dio la espalda a aquella nota y a aquel vino.

La miró y tomó su mano. Entre música de Chavela Vargas y un profundo suspiro él se fue con ella a donde nadie más lo podrá alcanzar.

El asesino siempre regresa al lugar del crimen. Porque siempre se regresa al primer amor.

Porque a veces la única opción nunca es la mejor.

Comentarios